Cuando pensamos en Doñana, siempre se nos vienen a la cabeza imagenes de aves, ciervos, el lince… Si pensamos en sus paisajes, entonces evocaremos imagenes de marismas, dunas y pinares.

Pero Doñana es mucho mas que eso y en el existen muchas bellezas ocultas a simple vista, justo delante de nuestros ojos. Tan a la vista, que muchas veces pasamos junto a ellas y no las vemos, cuando tan solo habria que agacharse un poco para disfrutar de ellas. Son las pequeñas joyas de Doñana.

    Tan solo hay que dar un paseo, a primeras horas de la mañana, por algunos de los pinares y campos que rodean a Doñana para, entre las hierbas humedas, a nada que nos agachemos y miremos, podamos ver una cantidad ingente de diminutas flores que pugnan por crece un poco mas altas que las brizanas de hierba que las rodean.

 

Jacinto Bastardo

 

   Algunas son ramilletes de flores tan diminutas como una lenteja, que en conjunto apenas superan unos pocos centimetros de altura sobre un pequeño tallo erguido.

 

Florecilla

 

   A estas horas, la luz que se filtra entre las copas de los pinos es casi magica y nos permite disfrutar de un banquete visual tras el visor de nuestra camara.

 

Jacinto Bastardo

 

Nazareno

 

   Con un poco de suerte podemos observar otros mundos dentro de nuestro mundo, con sus propios habitantes y sus propios dramas interpretados por los inquilinos de estos micromundos.

 

Nazarenos con Araña

 

Nazareno con inquilino