Segundo intento de lo que va a quedar como una sagrada tradición para cada año, que sera el irse cuatro o cinco días de excursion fotográfica y gastronómica a algún lugar de nuestra geografía. Preferiblemente del norte.
Una de las cosas más impactante del viaje, aunque no tengo fotos al respecto, fue la visita a las cuevas de Altamira.
La idea era, entre otras cosas, fotografiar la fuerza del Cantabrico y la Costa Quebrada, sin perder de vista alguna otra cosa, incluida la gastronomía.



Llevaba muchas cosas en la mochila para fotografiar, pero la primera parada y un imprescindible, eran los Urros de Liencres.



Entre costa y costa dimos un paseo por uno de los pocos bosques de Secuoyas que hay en España. En Cabezón de la Sal.


Tambien hicimos una visita a Santander para disfrutar de la gastronomía de la zona. Incluido un buen cocido pasiego.

Es innumerable el número de playas y calas escondidas por toda la zona de la Costa Quebrada.


Tan cerca como estabamos, una mañana, invadimos territorio asturiano para fotografiar el Castro de las Gaviotas al amanecer.

