Es algo que nunca nos cansamos de repetir, la fotografía es luz. Luz que modelamos, luz a la que nos adaptamos, luz que se refleja en nuestro sensor a través de las ópticas que colocamos en la cámara. Y, claro, todo esto acaba influyendo en como con una u otra luz, con uno u otro modelado de la misma, o con uno u otro objetivo calado en la cámara, obtendremos resultados distintos.
En este caso, la diferencia es, partiendo prácticamente del mismo esquema de iluminación (luz natural, compensada con leds y modelada con reflectores) pero con dos objetivos diametralmente opuestos: un macro nativo con toda su nitidez y un objetivo vintage con mucha menos nitidez pero con un gran bokeh.
Obviamente hay una ligera diferencia de encuadre porque, pese a utilizar un trípode, las distancias de enfoque de un 80mm macro y un 100mm con 12mm de tubos de extensión, son ligeramente distintas.