Si existe una máxima en esto de la fotografía es que no podemos caer nunca en pensar que ya lo sabemos todo y que ya lo tenemos todo controlado. Por contra hay que ser muy conscientes que siempre estaremos en un proceso de aprendizaje continuo que nunca acabara.
En el tema de la luz, en mi modesta opinión gran parte de la esencia de una buena fotografía, nunca acabamos de aprender y siempre tenemos que ser flexibles para adaptarnos a ella o, si se puede, adaptarla a nuestras necesidades.
En el caso de la fotografía macro, dado el pequeño tamaño del sujeto, es relativamente fácil, modificar la luz de la toma, bien añadiéndola, restándola o reflejándola de algún modo.
En este caso podemos ver dos fotografías tomadas el mismo día en la misma localización, separadas unos metros una de la otra y con una diferencia de apenas 20 minutos de una toma a la otra. Sin embargo el simple hecho de jugar con la orientación de la luz y modificándola de algún modo da resultados completamente distintos y transmite sensaciones distintas al contemplar las imágenes. Y todo con luz natural, sin añadir luz artificial.
En ambos casos son ejemplares de ophrys lutea, con la cámara en el trípode y casi a ras de suelo.
En esta primera imagen el esquema de luces es el de una toma a contraluz con el sujeto ligeramente sombreado por un árbol y con un reflector lateral que añade luz a la flor para mitigar las sombras.
EXIF DE LA TOMA
Canon 7D Mark II con Canon 100mm macro L
f/2.8 1/90 ISO 100
En este segundo caso la luz principal de la toma proviene de nuestras espaldas y al sujeto que estaba a pleno sol se lo ha sombreado para realzar las texturas y algo de luz reflejada para mitigar las sombras en la flor.
EXIF DE LA TOMA
Canon 7D Mark II con Canon 100mm macro L
f/2.8 1/250 ISO 100
Como podeís comprobar, simplemente jugando con el esquema de luz, las imágenes parecen de días o localizaciones completamente distintas y los resultados son también completamente diferentes.